lunes, 12 de marzo de 2018

“Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.  Juan 7:37-38“Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.  Juan 7:37-38.



Iniciándose nuestra comunión con Jesucristo y por la llegada del Espíritu Santo a nuestras vidas, somos ríos de agua viva con fervor cristiano en la alabanza, adoración, estudio bíblico y oración, con búsqueda incansable de estar frente a Su presencia.  Luego, al llegar las pruebas y tribulaciones a nuestra vida, baja el caudal espiritual de fe y oración produciendo sequedad y marchitando los verdes plantíos de esperanza que Jesús puso en nosotros. El pecado hace de nosotros un cuerpo desierto que seca la fe y nos aleja de Cristo. Muchas veces nos convertimos en ríos secos sin dar frutos al dejar de impregnar nuestra mente con La Palabra de Dios.
Es tiempo de volver y beber de esa agua dulce que entrega La Biblia y ser nuevamente ríos de agua viva desbordantes que correrán hacia y dentro de nosotros con el mensaje refrescante y sanador de Cristo, para que tengamos vida y vida en abundancia, y recibir el refrigerio que necesita nuestro espíritu para seguir la carrera.



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