“Jesús se puso en pie y alzó la voz,
diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice
la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. Juan 7:37-38“Jesús
se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua
viva”. Juan 7:37-38.
Iniciándose
nuestra comunión con Jesucristo y por la llegada del Espíritu Santo a nuestras
vidas, somos ríos de agua viva con fervor cristiano en la alabanza, adoración,
estudio bíblico y oración, con búsqueda incansable de estar frente a Su
presencia. Luego, al llegar las pruebas y tribulaciones a nuestra vida,
baja el caudal espiritual de fe y oración produciendo sequedad y marchitando
los verdes plantíos de esperanza que Jesús puso en nosotros. El pecado hace de
nosotros un cuerpo desierto que seca la fe y nos aleja de Cristo. Muchas veces
nos convertimos en ríos secos sin dar frutos al dejar de impregnar nuestra
mente con La Palabra de Dios.
Es tiempo de
volver y beber de esa agua dulce que entrega La Biblia y ser nuevamente ríos de
agua viva desbordantes que correrán hacia y dentro de nosotros con el mensaje
refrescante y sanador de Cristo, para que tengamos vida y vida en abundancia, y
recibir el refrigerio que necesita nuestro espíritu para seguir la carrera.
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